¿Como fue la fiesta?
Cuando siembras la semilla del juego y la risa: recoges magia
Ayer celebré una fiesta reencuentro en mi casa con amigos y practicantes de mis formaciones de Risoterapia. Fue una fiesta increíble, llena de magia, de purito presente. Entramos en un estado de juego y complicidad donde no existía nada más.
La cosa empezó un poco rara. Y por un momento pensé “¡tierra trágame!” porque al llegar todos se dispusieron en un gran círculo a pesar de que no se conocían y se generó un silencio. Era raro pues habitualmente en las fiestas la gente empieza hablando en pequeños grupos. Estaba claro que todos nos estábamos relacionando como una unidad y no pequeños grupos pero que al ser esta forma un terreno desconocido, por un instante, no sabíamos qué hacer.
Recogemos lo que sembramos. Maravillosos frutos
El juego se fue transformando de forma muy creativa cada vez más loco, cada vez más creativo y todos estábamos allí implicados desde el primer momento. De forma mágica cambiamos de juego y en seguida sabíamos los nombres de todos y ya éramos cómplices…. Cómplices de liarla parda.
La música fue sonando cada vez más fuerte. Todos bailaban y entre tanto se iban poniendo cachivaches de las cajas de disfraces de la Escuela de Risoterapia de Madrid. Puedo asegurar que el baile más loco y más divertido en el que he participado nunca y eso que me dedico hacer talleres de Risoterapia desde hace 13 años.
No consigo saber con certeza cuantas horas estuvimos bailando, disfrazándonos y haciendo el payaso al tiempo.
Todo era bastante absurdo, pero todos estábamos felices, cambiando de disfraces sin parar de bailar y moviéndonos de formas diferentes cada vez. Interactuando todos con todos. Entre tanto cocinábamos pollo adobado al reggaeton y nos lo comíamos a la rica ensalada. La energía subía y subía y ni por un momento estuve fuera del famoso “aquí y ahora” y lo mejor me sentía acompañada en esa presencia, ellos también estaban felizmente disfrutando del “aquí y ahora”.
Destornillante
No dejaron de suceder acontecimientos. En algún momento de la noche después de mucho bailar nos vimos participando en un loco concurso. Después un compañero payaso anunció su show y todos nos sentamos a sentirle, fue auténtico. A continuación, una pareja de improvisadoras se liaron la manta a la cabeza y nos hicieron llorar a carcajadas de la risa. Me caían lagrimones de tanto reír.
Cuando acabaron pensé que ya no podía pasar nada más… había sido una pasada… y en ese momento, uno dijo: “hagamos una margarita” ciertamente pensé que dirían que no y que nadie se movería del sitio. De nuevo, me sorprendieron, al ver como todos se levantaban de un salto para tumbarse en el suelo en círculo con la una intención de reír sin motivo, o, mejor dicho, de reír con “todos los motivos”.
Tampoco puedo saber cuánto tiempo estuvimos riendo, pero fue mucho. ¡Brutal, menuda experiencia!
Una fiesta increíble y una buena despedida
Y, antes de irse, sacaron un vino dulce para brindar y cada uno pudo expresar su sentir. Momento bellísimo.
Gracias, gracias, gracias por ser cómplices de esta manera de vivir, de jugar y de disfrutar. Gracias por tantos regalos, Gracias por no dejarme predicar en el desierto y por permitirme saborear y compartir los frutos de mi labor y de mi camino vida, en el cada vez somos más y mejores.
Irene Megina