La Esencia de la Risoterapia
¿Cuánto tiempo dedicamos al día a reír, a jugar, a crear, a maravillarnos, a bailar, a hacer el amor?
La vida no está hecha sino de momentos.
Momentos vividos, momentos que nos dejan sin palabras, momentos que quedan grabados en la piel y en los que el tiempo no existe. Momentos de no-tiempo. Pero ¿cómo? ¿Cómo se hace para ser consciente del momento presente?
Y la respuesta es tan simple que da risa jajajaja. Tan simple que a nuestra mente, revoltosa y compleja , no le gusta la respuesta.
La mente quiere un gran planteamiento filosófico o un plan por puntos donde perderse y seguir en la búsqueda.
Pues ahí va ….Y la respuesta es: respirando. La respiración es la puerta que te posibilita atravesarlo todo, vivirlo todo, la puerta de conexión con tu ser más auténtico y la Risa es una de las llaves que abren esta puerta, un camino de apertura fácil y divertido. La esencia.
Y si, la risa nos abre de par en par, abre nuestros pulmones y nuestro espíritu. Nos abre a sentir intensamente, a deleitarnos con el sabor de cada momento. La Risa nos lleva a recordar nuestra esencia… a vibrar en la frecuencia de nuestro ser más auténtico.
Pues cuando reímos recordamos la esencia, lo esencial, lo que nos hace felices.
Y por coherencia con esa vibración empezamos a actuar en consecuencia, a actuar a favor de la vida y nuestros objetivos sirven a la vida y no al ego. Cuando vibramos en esa sintonía encontramos el valor y la fuerza para dejar actitudes y comportamientos que no nos hacen plenamente felices.
Y si ahora te relajas ante la posibilidad de la simplicidad, verás, que ésta es una gran noticia pues no hay nada que aprender, solo tenemos que re-cordar (re=volver cordare=corazón) que volver al corazón y recordar aquello que ya sabemos: que la Vida es un Juego. La esencia.
Y ¿qué mejor manera de aprender a jugarlo que jugando? Y ya sabes que por mucho que te expliquen cómo se juega solo aprenderás a jugar bien jugando.
Y, jugando, nos entrenamos a respirar las situaciones intensas de todos los dias. Y, jugando, aprendemos a manejar nuestras emociones, a pensar de forma constructiva y creativa, a activar nuestra energía y vitalidad.
A permanecer abiertos a los regalos, a querernos, a valorarnos, a reconocer nuestros talentos.
A coger la riendas o dejarnos fluir, según el momento lo requiera. A sentirnos libres y desde ahí, encontrarnos con el otro.
A vivir La Gran Aventura. La esencia.
Irene F. Megina